Buscar este blog

martes, 4 de diciembre de 2012

Prioridad a la enseñanza de las ciencias: una decisión
política // Juan Carlos Tedesco


Compartir en facebook Compartir en Twitter
 
 
Sala de Lectura de Iberciencia
 
La incorporación de la enseñanza de las ciencias a las preocupaciones de la política educativa no es una novedad. Existe una larga tradición en este campo y una mirada —aunque sea somera— a esa tradición nos abre una serie de pistas importantes para la reflexión y la acción futura. Así, por ejemplo, los estudios históricos acerca de la incorporación de las matemáticas y las ciencias en los currículos oficiales muestran que la pregunta acerca del impacto de este tipo de formación en el desempeño ciudadano fue formulada desde los orígenes de la modernidad (Kamens y Benavot, 1992). De acuerdo a dichos estudios, las matemáticas se incorporaron mucho más temprano y menos conflictivamente que las ciencias al currículo formal de las escuelas y que su incorporación a la enseñanza secundaria fue mucho menos conflictiva que a la escuela primaria obligatoria. En este sentido, es preciso reconocer que la enseñanza de las ciencias siempre fue percibida como más conflictiva que otras disciplinas. En el siglo XIX se advierten al menos dos grandes objeciones a la enseñanza de las ciencias en el nivel obligatorio. En primer lugar, la ciencia era percibida como un saber “aplicado”. A diferencia del griego y del latín, se consideraba que la ciencia no fortalecía la capacidad de razonar de los alumnos ni contribuía a su desarrollo moral. En segundo lugar, la ciencia estaba asociada a cierta hostilidad hacia la religión y era percibida como un elemento que erosionaba las creencias religiosas, el sentido de autoridad y contribuía a la subversión del orden social.
La oposición a la enseñanza de las ciencias comienza a debilitarse hacia fines del siglo XIX, momento en el cual se genera un consenso internacional acerca del valor de estas disciplinas. La hipótesis que surge del análisis histórico sostiene que las reformas educativas destinadas a expandir la educación y a modernizar sus contenidos estuvieron asociadas a períodos de crisis económica o de derrotas militares. Los casos de Bélgica, Inglaterra, Francia, Alemania, así como Japón y China, muestran que fue después de alguna crisis importante que se decidió impulsar la educación y reformar sus contenidos. Los países comenzaron a comparar sus rendimientos en el plano económico y militar y tomaron conciencia de sus déficits asociados al desarrollo educativo y científico.
El resultado de este proceso histórico es que, en la actualidad, tanto las ciencias como las matemáticas están sólidamente incorporadas a los planes de estudio de la enseñanza primaria y secundaria de la mayor parte de los países. El problema radica en que, contrariamente al discurso oficial, esta incorporación no está asociada a la universalización de la formación científica y de la capacidad para utilizar el método de razonamiento científico para la comprensión de los fenómenos que cotidianamente afectan la vida de la población.
Un estudio internacional llevado a cabo por UNESCO en 1986 para determinar la situación en la cual se encontraba la enseñanza de las ciencias, las matemáticas y la tecnología revelaba hechos interesantes (Bowyer, 1990). Con respecto a las ciencias, se apreciaba que estaba sólidamente instalada en los currículos de enseñanza secundaria, pero que en muy pocos casos aparecía en la enseñanza básica. Este fenómeno es muy importante porque en la formación de un ciudadano moderno, la comprensión científica es indispensable y por eso debe ser incorporada al currículum de la enseñanza obligatoria, único nivel al cual tienen acceso los sectores más desfavorecidos de la sociedad. Con respecto a las matemáticas, su enseñanza está presente en forma universal. Sin embargo, existe una gran insatisfacción con los resultados, ya que se advierten serios déficits para aplicar los conocimientos formales a situaciones reales. Con respecto a la tecnología, la situación es aun peor. Su enseñanza está prácticamente ausente y existen serios prejuicios acerca de la necesidad de incorporarla a la enseñanza básica porque se confunde enseñanza de la tecnología con enseñanza técnica.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario