Ciencias,
tecnologías y humanidades como investigación
Víctor
Florencio Ramírez Hernández, Serie IBERCIENCIA: Instituto Iberoamericano de
Enseñanza de las Ciencias y la Matemática. Propuestas desde la Docencia.
La
visión que presento en este documento está enfocada al trabajo de aula en el
bachillerato. Se trata de una visión personal y, además, restringida a mi
escuela. No proviene de un estudio sino que deriva de platicar con estudiantes
y profesores.
Mi
exposición debe descartarse, complementarse, rectificarse o mejorarse con dos
elementos: la valoración de la perspectiva desde la que han sido diseñados los
programas de estudio así como la manera en que los profesores los leen, ya que
ambos procesos son fundamentales para operarlos en aula.
Vayamos
pues con las características de la enseñanza de las ciencias y las tecnologías
(con esta expresión abarco Matemáticas, Ciencias de la naturaleza, Ciencias de
la sociedad, Humanidades y Tecnologías).
Una
característica es la separación entre lo que enseñan los profesores y lo que
buscan que los estudiantes aprendan. En muchos lo central está en lo que hay
que enseñar y, en cambio, no se considera lo que se debe aprender. Por otra
parte está el modo o el medio. Generalmente se identifica que el medio es el
discurso del profesor y lo que éste haga en el pizarrón, lo que muestre o
exponga a sus alumnos, así como ejercicios o prácticas de laboratorio diseñados
como ejercicios de repetición, para “comprobar un conocimiento ya dado en
clase”, más cercano a una receta con pasos prediseñados que a un proceso de
investigación, con los componentes de cuestionamiento, conocimiento, discusión
e imaginación que éste requiere.
Otra
característica es que no se enseña que las ciencias y las tecnologías pueden
servir para entender la realidad -personal y social-, para comunicarse y para
expresarse. Que el estudiante reconozca el para qué de la asignatura se limita
a la exposición que el profesor haga, al principio del curso o “al inicio de un
tema”, de para qué va a servirles cursar esta asignatura. Si la manera en que
se aprende influye de modo crucial en lo que se aprende, es decir, si lo que se
aprende no son tanto informaciones sino estilos de pensamiento, maneras de
obtener/generar información, procesarla, evaluarla y compartirla, el
reconocimiento del para qué de un aprendizaje no puede ni debe estar desligado
de la forma en que se aprende ni de que quien aprende identifique qué ha
aprendido.
Un
rasgo más es la ausencia del arte y de la educación física como experiencias en
las clases de ciencias, de humanidades y de tecnologías. La idea de que el arte
no tiene relación con las ciencias y las tecnologías o de que su incorporación
al aula supone una pérdida de tiempo, así como la práctica extendida de exigir
o instrumentar espacios cocurriculares o extracurriculares destinados al arte y
el deporte son manifestaciones de esta ausencia.
Además,
en lo que se enseña o se pretende que aprendan los estudiantes generalmente
está ausente la idea de desarrollar el pensamiento, sea éste científico,
tecnológico o humanístico. La noción de pensamiento a la que me refiero tiene
dos sentidos. Por una parte que los estudiantes aprendan a plantearse problemas
(formularlos y precisarlos) pero también a que imaginen formas para
solucionarlos. Contrario a aprender una ciencia como una serie de contenidos ya
establecidos, se puede considerar al desarrollo del pensamiento
científico-tecnológico-humanístico como un aprender a investigar investigando. Por
otra parte, este pensamiento puede ser entendido como tejer redes con
conceptos, este tejido solo se hace “haciendo algo” con los conceptos y
aprendiendo a reconocer y valorar cómo las acciones relacionadas con esos
conceptos y habilidades tienen o pueden tener impactos en la sociedad, la
naturaleza o las personas.
Estos
rasgos pueden interpretarse como un número similar de necesidades pero, desde
una perspectiva distinta, también pueden ayudar a pensar en escenarios
deseables y factibles. En este sentido, las acciones que a emprender desde
Iberciencia para conseguir tales escenarios podría ser compartir experiencias
en aula que permitan a profesores y directivos, mediante un proceso de
reflexión colaborativa:
-
diferenciar entre una práctica centrada en la enseñanza por la enseñanza, y una
práctica en que la enseñanza esté centrada en el aprender.
-
conocer una visión del aprender y del aprendizaje como investigación, así como
promover la identificación de sus elementos y la reflexión sobre ella.
-
entrar en contacto con el hecho de que las ciencias pueden servir a los
estudiantes para entender la realidad -personal y social-, para comunicarse y
para expresarse, para manejarse en ella, para valorarla y modificarla.
-
reconocer que la enseñanza y el aprendizaje de las ciencias, las humanidades y
las tecnologías solo pueden resultar eficaces en términos de educación si se
llevan a efecto como procesos de investigación.
En
este sentido resulta importante conocer, valorar e incorporar a Iberciencia la
propuesta de Lipman y Sharp, que se conoce también con los nombres Comunidad de
indagación o Filosofía para Niños, entre otros.
Soy
profesor de Ciencias sociales y Humanidades en un bachillerato tecnológico de
Puebla, México.
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