Mejores profesores: la
asignatura pendiente de Latinoamérica
Si bien el gasto público
en educación subió en 50% en la última década, los esfuerzos deben concentrarse
en docentes mejor formados
ESPECIAL Termómetro
económico y social de América
Por: *Robert Valls.
Es una mañana cualquiera
en la escuela Elías Cáceres Lozada, en Arequipa, al sur de Perú. El salón de
clases está repleto, ya que, como todos los días, un 95% de los niños asiste a
clase, un gran logro para una escuela rural.
Pero la sola presencia de
los chicos no significa necesariamente que están obteniendo el aprendizaje
necesario que les sirva para su desarrollo en el futuro. Sus padres tampoco lo
saben, y no tienen forma de medir si sus maestros están haciéndolo bien o mal.
No es un asunto de cantidad
sino de calidad, según afirman.
Hace ya más de una década
los gobiernos latinoamericanos se lanzaron a la conquista de una promesa que,
quizás por ambiciosa, no ha logrado alcanzar en su plenitud: consolidar una
educación pública eficiente y de calidad.
Y a juzgar por los
resultados del último informe PISA –que relega a los países de la región a los
últimos puestos del ránking educativo mundial, solo por encima de África
subsahariana-, esta promesa puede haber derivado en una especie de sueño inalcanzable
en un futuro cercano.
Para entender este
escenario, según los expertos, es necesario sumar dos factores determinantes:
políticas educativas poco eficientes e insuficiente formación de gran parte de
los 7 millones de docentes que existen en la región.
Según el estudio Mejores
profesores para América Latina y el Caribe, ningún país latinoamericano
–exceptuando a Cuba-, cuenta con un cuerpo de docentes públicos que pueda
considerarse de alta calidad, y en los últimos 20 años no se han incrementado las
habilidades laborales del profesorado.
De hecho, se calcula que
los estudiantes latinoamericanos están dos años escolares por detrás de la
media de la OCDE.
De todas formas, algunos
países de la región han adoptado políticas innovadoras para incrementar el
nivel educativo de sus docentes y, paralelamente han aumentado la inversión
pública en educación. En promedio, el gasto en educación por latinoamericano
aumentó de 86 dólares por persona en 1990, a 119 dólares en 2000 y a 171
dólares en 2008, según la ONU. En toda la región, la inversión en educación es
de casi el 19% del PIB, de acuerdo a cifras de la Unesco.
Chile, un alumno
aventajado, elaboró unos estándares de conocimiento básico que debe cumplir el
profesorado, un sistema de evaluación vinculado a bonos para incentivar su
formación continuada y, paralelamente, ofreció subvenciones a la educación
pública para incluir a los sectores más vulnerables de la sociedad.
En este sentido, el nuevo
gobierno de Michelle Bachelet ha identificado la mejora de la educación pública
como uno de los retos más importantes de su mandato.
Otros países de la región
como México, Colombia, Ecuador o Perú, han tratado de encauzar la situación
intentando implantar evaluaciones periódicas a profesores, que en muchos casos
han terminado en enfrentamientos entre sindicatos de profesores y gobiernos. En
Perú, por ejemplo, el gobierno desarrolla un programa estratégico para evaluar
y monitorear el aprendizaje de los estudiantes de educación básica, así como la
gestión pedagógica de las escuelas.
¿Aprender de memoria?
En un mundo donde las
tendencias educativas se están alejando de la memorización tradicional para
enfocarse cada vez más en la resolución de problemas o en aprendizaje duradero,
la necesidad de contar con profesores capacitados es más apremiante que nunca.
Se calcula que en
Latinoamérica aproximadamente el 85% de los alumnos en educación primaria y
secundaria acuden a centros públicos, hecho que otorga aún más importancia al
papel de los docentes en la formación de la fuerza laboral del futuro. Según un
estudio del Sistema de Información de Tendencias Educativas en América Latina
(SITEAL), organismo vinculado a la OEI y la UNESCO publicado el año pasado, más
del 97% de todos los niños de 7 a 12 años de la región van al colegio (dos
puntos más que en 2000), y más del 83% de los adolescentes de 13 a 17 (seis
puntos más).
Entre las medidas más
efectivas que pueden ayudar a mejorar el nivel de los profesores están “hacer
más selectivo el proceso de reclutamiento de profesores, crear sistemas de
evaluación y de formación continuada y personalizada o asignar profesores a escuelas
con necesidades especiales”, explica Barbara Bruns, experta en educación del
Banco Mundial.
En cuanto a la educación
superior, si bien el nivel educativo promedio de los latinoamericanos aumentó
en aproximadamente tres años en la última década en parte gracias al mayor
acceso a la universidad, los sistemas educativos siguen incidiendo en recursos
educativos tradicionales y descartando, por ejemplo, las habilidades
socioemocionales o el uso de nuevas herramientas didácticas.
Esto está provocando que
en algunos sectores -como el de las nuevas tecnologías- en ocasiones tengan
dificultades para encontrar a profesionales recién salidos de la universidad
capacitados para desarrollar una determinada tarea.
Esta realidad evidencia
que docentes, funcionarios y los propios alumnos, no siempre están al corriente
del tipo de habilidades que demanda el mercado, y eso provoca que la educación
se enfoque casi exclusivamente en criterios académicos.
*Robert Valls es productor
online del Banco Mundial.
Cortesías: El País.
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