El profesor como centro de masas.
Claves del ABP en secundaria.
En educación secundaria existen dos
tensiones opuestas la una a la otra. Por un lado, la presión curricular y la
necesidad de cumplir los estándares que marcan las evaluaciones externas. Por
el otro, la necesidad de un alumnado que quiere que los aprendizajes estén
conectados con su vida real. Por absurdo que parezca, cuando gana el currículo,
suele aumentar en el alumno esa sensación de distancia con la aplicación real.
Y por el contrario, cuando la intervención docente se centra en los intereses
del alumno, se nos acusa de estar dejando de lado los contenidos curriculares.
Y en medio de esas dos tensiones, el profesor que, a través de las estrategias
pedagógicas adecuadas, debe saber encontrar el punto de equilibrio.
En la revisión del capítulo del libro
Project Based Learning: Rigor and Relevance in High Schools de Harada, Kirio y
Yamamoto (2015) se presenta el Aprendizaje Basado en Proyectos (en adelante
ABP) como una de las estrategias más potentes para encontrar ese "centro
de masas". Según los autores del libro, ese punto de equilibrio se
consigue gracias a que el ABP fomenta el desarrollo del potencial individual de
los alumnos, les permite participar en la toma de decisiones y les da la
posibilidad de profundizar en sus intereses dentro de una estructura curricular
ya definida.
Los autores proponen programar este tipo
de contenidos a través de un "diseño inverso". Esto supone partir de
la idea de proyecto que satisfaga los intereses de los alumnos para luego crear
relaciones con el currículo.
Algunas de las claves que los autores
del libro proponen para que al ABP produzca aprendizajes rigurosos desde el
punto de vista curricular y relevantes para el alumnado son las siguientes:
1. Utilizar
temas que motiven el pensamiento del alumnado, generando dudas que les empujen
a investigar y a resolver los problemas que vayan surgiendo.
2. Seleccionar
aquellas ideas de proyectos que puedan satisfacer los resultados de aprendizaje
y los contenidos marcados por el currículo.
3. Identificar
cuáles van a ser las habilidades y conocimientos previos del alumno para
realizar el proyecto.
4. Crear
momentos de encuentro donde los alumnos puedan exponer sus progresos y sus
logros parciales, de manera que el procesos u otros compañeros puedan evaluar y
guiarles en los siguientes pasos a seguir.
5. Establecer
plazos, roles y responsabilidades, que incluso estarán expuestos en papel o a
través de cualquier herramienta digital que nos ayude a gestionar proyectos
colaborativos.
Fuente: Actualidad Pedagógica.
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