Joshua escribió en su mascota la palabra prado como parte de un dictado.
Cuando su mamá le preguntó si sabía qué era un prado, el niño, de siete años y
en segundo de primaria, le respondió que era un bosque. Su madre le dice que no,
que un prado no es un bosque. Joshua la mira, desafiante, y le responde que sí,
que el prado es un bosque porque eso le dijo la profe.
Aunque la información que le transmitió la maestra es errónea, la reacción
del niño es normal y aceptable pues los profesores figuran, debido a su
condición formadora, entre las personas que más confianza inspiran no solo a los
estudiantes, sino a los demás profesionales y a la población.
Sin embargo, sí es motivo de preocupación las consecuencias cognoscitivas que
podría acarrearle al niño la deficiencia cultural o de formación de su
maestra.
En “Docentes competentes. Por una educación de calidad” (Narcea Ediciones,
2011), los profesores José Manuel Mañú Noáin e Imanol Goyarrola Belda alertan de
que uno de los frentes que tiene un profesor que atiende alumnos de niveles no
universitarios es enseñar una material escolar y para ello necesita “estar al
día en su materia y en la didáctica”.
Así, la propia formación del profesor se convierte, también, en una necesidad
permanente. ¿Por qué? Porque el alumno intuye la aptitud profesional del
profesor y de ella se deriva la confianza que le merezca, apuntan los
autores.
“La aptitud habla de su formación técnica y experiencia para transmitir con
rigor científico su materia, así como su habilidad didáctica para ofrecer las
mejores soluciones a problemas de aprendizaje. Si en una clase de física los
alumnos preguntan al profesor la razón por la que flota el hielo sobre el agua y
el profesor no sabe responder, es lógico que los alumnos duden de su
preparación. El profesor debe tener conocimientos, saber transmitirlos bien y
hacer atractiva la asignatura”.
UN LIBRO QUE DA LUCES AL MAESTRO Si es usted maestro o
maestra y le interesa reforzar sus conocimientos o una guía que le indique cómo
hacerlo, el libro “La formación profesional del maestro: estrategias y
competencias” le será de gran ayuda.
La obra es de la autoría de Leopold Paquay, Marguerite Altet, Evelyne
Charlier y Philippe Perrenoud (Ediciones De Boeck Université, México, 2001) y se
puede descargar gratis o leer en línea.
Docencia al día ¿Necesita ser un genio el maestro para hacer frente
a los retos pedagógicos y culturales que se le presentan en el aula? No, pero
“aunque parece obvio, un profesor es ante todo una persona que sabe algo y cuya
función consiste en transmitir ese saber a otros, señala Maurice Tardif en “Los
saberes del docente y su desarrollo profesional” (2004).
Por eso, y citando al autor, “durante toda la carrera docente las fases de
trabajo deben alternarse con fases de formación continua”.
A partir de esa premisa, Tardif expone cuatro fases de formación que pueden
percibirse en la formación profesional del docente, fases cronológicamente
distintas y que apuntan a la adquisición de saberes y de competencias
diferenciadas.
“Esas fases se expresan en la larga duración y en la variedad de la formación
de los docentes, que comienza antes de la universidad, durante la formación
escolar anterior, se transforma en la formación universitaria inicial, se valida
en el momento del ingreso en la profesión, en los primeros años, y prosigue
durante una parte importante de la vida profesional”.
En suma, sigue Tardif, las fuentes de formación profesional de los docentes
“no se limita a la formación inicial en la universidad; se trata, en el
verdadero sentido del término, de una formación continua y continuada que abarca
toda la carrera docente”.
Como dice Andrea Alliaud en el ensayo “El maestro que aprende”, el docente
necesita saber lo que va a enseñar, necesita saber cómo enseñarlo pero con eso
no es suficiente.
UNA GRAN INFLUENCIA PARA LOS NIÑOS Escritores como
Michael Fullan y Andy Hargreaves señalan que los maestros se encuentran entre
las influencias más importantes en la vida y el desarrollo de los niños, mucho
más en estos tiempos marcados por la declinación de creencias religiosas y
cambios en los patrones de comportamiento de las familias, según reseñan varios
autores en “Nuevos maestros para América Latina” (ediciones Morata, 2007).
De acuerdo con Maurice Tardif, el saber del docente es plural,
compuesto y heterogéneo, “porque envuelve, en el propio ejercicio del trabajo,
conocimientos y un saber hacer bastante diversos, provenientes de fuentes
variadas y, probablemente, de naturaleza diferente”. A la larga, y tal y como
señalan los autores de “La formación profesional del maestro: estrategias y
competencias” (2001), los maestros querrán hacer esfuerzos de aprendizaje dentro
de los límites del sentido e interés que les son propios, en tanto ellos esperan
realizarse en el ejercicio de su profesión y a través del mismo.
“También es necesario que los conocimientos y las habilidades que el futuro
maestro debe adquirir no estén muy alejados, en su mente, de aquellos que él
presentía, de la finalidad que él se había marcado a partir de las imágenes,
ideas, valores y sentimientos que le confieren su estilo propio y le han
permitido ser aceptado”.
Cortesías Listín
Diario.
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