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martes, 5 de febrero de 2013

PROFESORES
Maestros competentes
LA FORMACIÓN DEL DOCENTE ES PERMANENTE Y DE ELLA DERIVA LA CONFIANZA QUE INSPIRA EN SUS ALUMNOS
 
 
  • Reto. “Durante toda la carrera docente, las fases de trabajo deben alternarse con fases de formación continua”, apunta Maurice Tardiff en “Los saberes del docente y su desarrollo profesional” (2004).
Joshua escribió en su mascota la palabra prado como parte de un dictado. Cuando su mamá le preguntó si sabía qué era un prado, el niño, de siete años y en segundo de primaria, le respondió que era un bosque. Su madre le dice que no, que un prado no es un bosque. Joshua la mira, desafiante, y le responde que sí, que el prado es un bosque porque eso le dijo la profe.
Aunque la información que le transmitió la maestra es errónea, la reacción del niño es normal y aceptable pues los profesores figuran, debido a su condición formadora, entre las personas que más confianza inspiran no solo a los estudiantes, sino a los demás profesionales y a la población. 
Sin embargo, sí es motivo de preocupación las consecuencias cognoscitivas que podría acarrearle al niño la deficiencia cultural o de formación de su maestra.
En “Docentes competentes. Por una educación de calidad” (Narcea Ediciones, 2011), los profesores José Manuel Mañú Noáin e Imanol Goyarrola Belda alertan de que uno de los frentes que tiene un profesor que atiende alumnos de niveles no universitarios es enseñar una material escolar y para ello necesita “estar al día en su materia y en la didáctica”.
Así, la propia formación del profesor se convierte, también, en una necesidad permanente. ¿Por qué? Porque el alumno intuye la aptitud profesional del profesor y de ella se deriva la confianza que le merezca, apuntan los autores.
“La aptitud habla de su formación técnica y experiencia para transmitir con rigor científico su materia, así como su habilidad didáctica para ofrecer las mejores soluciones a problemas de aprendizaje. Si en una clase de física los alumnos preguntan al profesor la razón por la que flota el hielo sobre el agua y el profesor no sabe responder, es lógico que los alumnos duden de su preparación. El profesor debe tener conocimientos, saber transmitirlos bien y hacer atractiva la asignatura”.

UN LIBRO QUE DA LUCES AL MAESTRO

Si es usted maestro o maestra y le interesa reforzar sus conocimientos o una guía que le indique cómo hacerlo, el libro “La formación profesional del maestro: estrategias y competencias” le será de gran ayuda.
La obra es de la autoría de Leopold Paquay, Marguerite Altet, Evelyne Charlier y Philippe Perrenoud (Ediciones De Boeck Université, México, 2001) y se puede descargar gratis o leer en línea.
Docencia al día
¿Necesita ser un genio el maestro para hacer frente a los retos pedagógicos y culturales que se le presentan en el aula? No, pero “aunque parece obvio, un profesor es ante todo una persona que sabe algo y cuya función consiste en transmitir ese saber a otros, señala Maurice Tardif en “Los saberes del docente y su desarrollo profesional” (2004). 
Por eso, y citando al autor, “durante toda la carrera docente las fases de trabajo deben alternarse con fases de formación continua”.
A partir de esa premisa, Tardif expone cuatro fases de formación que pueden percibirse en la formación profesional del docente, fases cronológicamente distintas y que apuntan a la adquisición de saberes y de competencias diferenciadas. 
“Esas fases se expresan en la larga duración y en la variedad de la formación de los docentes, que comienza antes de la universidad, durante la formación escolar anterior, se transforma en la formación universitaria inicial, se valida en el momento del ingreso en la profesión, en los primeros años, y prosigue durante una parte importante de la vida profesional”.  
En suma, sigue Tardif, las fuentes de formación profesional de los docentes “no se limita a la formación inicial en la universidad; se trata, en el verdadero sentido del término, de una formación continua y continuada que abarca toda la carrera docente”.
Como dice Andrea Alliaud en el ensayo “El maestro que aprende”, el docente necesita saber lo que va a enseñar, necesita saber cómo enseñarlo pero con eso no es suficiente.

UNA GRAN INFLUENCIA PARA LOS NIÑOS

Escritores como Michael Fullan y Andy Hargreaves señalan que los maestros se encuentran entre las influencias más importantes en la vida y el desarrollo de los niños, mucho más en estos tiempos marcados por la declinación de creencias religiosas y cambios en los patrones de comportamiento de las familias, según reseñan varios autores en “Nuevos maestros para América Latina” (ediciones Morata, 2007).
De acuerdo con Maurice Tardif, el saber del docente es plural, compuesto y heterogéneo, “porque envuelve, en el propio ejercicio del trabajo, conocimientos y un saber hacer bastante diversos, provenientes de fuentes variadas y, probablemente, de naturaleza diferente”. A la larga, y tal y como señalan los autores de “La formación profesional del maestro: estrategias y competencias” (2001), los maestros querrán hacer esfuerzos de aprendizaje dentro de los límites del sentido e interés que les son propios, en tanto ellos esperan realizarse en el ejercicio de su profesión y a través del mismo.
“También es necesario que los conocimientos y las habilidades que el futuro maestro debe adquirir no estén muy alejados, en su mente, de aquellos que él presentía, de la finalidad que él se había marcado a partir de las imágenes, ideas, valores y sentimientos que le confieren su estilo propio y le han permitido ser aceptado”.
 
 
Cortesías Listín Diario.

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