El Banco Mundial advierte
sobre una “crisis del aprendizaje” en la educación a nivel mundial En el
Informe sobre el desarrollo mundial 2018 se insta a aumentar las
mediciones y actuar en función de la
evidencia
CIUDAD DE WASHINGTON, 26
de septiembre de 2017. Millones de jóvenes estudiantes de países de ingreso
bajo y mediano enfrentan la posibilidad de perder oportunidades y percibir
sueldos más bajos en el futuro debido a que la escuela primaria y secundaria no
les brindan las herramientas necesarias para prosperar en la vida. De acuerdo
con un nuevo informe del Banco, en el que se alerta sobre una “crisis del
aprendizaje” en la educación a nivel mundial, la escolarización sin aprendizaje
no es solo una oportunidad desaprovechada, sino también una gran injusticia
para los niños y los jóvenes de todo el mundo.
En el Informe sobre el
desarrollo mundial 2018: Aprender para hacer realidad la promesa de la
educación se sostiene que, sin aprendizaje, la educación no podrá ser el factor
determinante para poner fin a la pobreza extrema, generar oportunidades y
promover la prosperidad compartida. Incluso después de asistir a la escuela
durante varios años, millones de niños no saben leer, escribir ni hacer operaciones
matemáticas básicas. La crisis del aprendizaje está ampliando las brechas
sociales en lugar de cerrarlas. Los estudiantes jóvenes que ya se encuentran en
una situación desventajosa debido a la pobreza, a conflictos, a cuestiones de
género o a discapacidades llegan a la primera etapa de la adultez sin contar
siquiera con las competencias más básicas para desenvolverse en la vida.
“Esta crisis del
aprendizaje es una crisis moral y económica”, declaró el presidente del Grupo
Banco Mundial, Jim Yong Kim. “En el caso de los jóvenes, la educación, cuando
funciona como es debido, fomenta el empleo, incrementa los ingresos, mejora la
salud y reduce la pobreza. A nivel social, estimula la innovación, fortalece
las instituciones y promueve la cohesión social. Pero estos beneficios dependen
del aprendizaje, y la escolarización sin aprendizaje es una oportunidad
desaprovechada. Más aún, es una gran injusticia: los niños con los que la
sociedad está más en deuda son aquellos que más necesitan de una buena educación
para prosperar en la vida”.
En el informe se
recomiendan medidas de política concretas para ayudar a los países en
desarrollo a resolver la grave crisis del aprendizaje: realizar evaluaciones
más eficaces de la situación, utilizar la evidencia sobre lo que funciona y lo
que no funciona para orientar la toma de decisiones relativas a la educación, y
movilizar a los distintos sectores de la sociedad para impulsar cambios
educativos que promuevan el “aprendizaje para todos”.
Según el informe, en
Kenya, Tanzanía y Uganda, cuando se pidió recientemente a los alumnos de tercer
grado que leyeran una frase sencilla como “El perro se llama Cachorro” en
inglés o en suajili, el 75 % de los evaluados no entendió lo que leía. En las
zonas rurales de la India, casi el 75 % de los alumnos de tercer grado no pudo
resolver una resta con números de dos dígitos como 46 − 17, y en quinto grado
la mitad aún no era capaz de hacerlo. En Brasil, si bien las habilidades de los
estudiantes de 15 años han mejorado, al ritmo actual de avance les llevará 75
años alcanzar el puntaje promedio en matemática de los países ricos. En
lectura, les llevará 263 años.
Estas estadísticas no dan
cuenta de los 260 millones de niños que, debido a los conflictos, la
discriminación, las discapacidades y otros obstáculos, no se inscriben en la
escuela primaria ni secundaria.
Si bien no todos los
países en desarrollo muestran diferencias tan extremas en el aprendizaje,
muchos están aún muy lejos de los niveles que aspiran a alcanzar. Reconocidas
evaluaciones internacionales de alfabetismo y aritmética muestran que el
estudiante promedio de los países de ingreso bajo tiene peor desempeño que el
95 % de los estudiantes de los países de ingreso alto, es decir, ese niño
recibiría atención especial si concurriera a una escuela de un país de ingreso
alto. Muchos alumnos con buen desempeño de los países de ingreso mediano
(jóvenes que han llegado al cuartil más alto de sus respectivos grupos) se
ubicarían en el cuartil inferior si estuvieran en un país más rico.
En el informe, redactado
por un equipo dirigido por los economistas principales del Banco Mundial, Deon
Filmer y Halsey Rogers, se identifican los factores que generan estas
deficiencias en el aprendizaje: no solo las formas que adopta el quiebre de la
relación entre la enseñanza y el aprendizaje en muchas escuelas, sino también
las fuerzas políticas más profundas que hacen que esos problemas persistan.
Es posible lograr avances
significativos
En el informe se señala
que, cuando los países y sus dirigentes hacen del “aprendizaje para todos” una
prioridad nacional, los niveles educativos pueden mejorar considerablemente.
Por ejemplo, Corea del Sur, que a principios de la década de 1950 era un país
devastado por la guerra, con tasas de alfabetización muy bajas, en 1995 ya
había logrado la matrícula universal con una educación de alta calidad hasta la
secundaria: en efecto, los jóvenes alcanzaban los niveles de desempeño más
elevados en pruebas internacionales. Los resultados de 2012 de Viet Nam en la
prueba de matemática, ciencias y lectura para estudiantes de secundaria del
Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA, por sus siglas en
inglés), de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos,
revelaron que los estudiantes de 15 años del país asiático tenían el mismo
rendimiento que los de Alemania, a pesar de que Viet Nam es un país mucho más
pobre.
Entre 2009 y 2015, Perú
fue uno de los países donde los resultados del aprendizaje general mejoraron
con mayor rapidez gracias a una acción concertada en materia de políticas. En
varios países (como Liberia, Papua Nueva Guinea y Tonga), la competencia
lectora en los primeros grados aumentó considerablemente en muy poco tiempo
gracias a que se realizaron intervenciones específicas basadas en la evidencia
internacional.
“La única forma de avanzar
es ‘buscar la verdad a partir de los hechos’. Y, en este sentido, los hechos
relacionados con la educación revelan una verdad dolorosa. Para demasiados
niños, escolarización no significa aprendizaje”, señaló Paul Romer, economista
principal del Banco Mundial.
A partir de la evidencia y
el asesoramiento obtenidos durante las amplias consultas realizadas en 20
países a Gobiernos, organizaciones de investigación y desarrollo,
organizaciones de la sociedad civil y el sector privado, en el informe se
formulan tres recomendaciones de política:
En primer lugar, evaluar
el aprendizaje para que su mejora sea un objetivo formal y medible.
Actualmente, solo la mitad
de los países en desarrollo cuenta con sistemas de medición para evaluar el
aprendizaje de los estudiantes al término de la primaria o el primer ciclo de
la secundaria. Las evaluaciones de alumnos bien diseñadas pueden ayudar a los
docentes a orientar a los estudiantes, mejorar la gestión del sistema y
concentrar la atención de la sociedad en el aprendizaje. Estas medidas permiten
fundamentar las decisiones de política a nivel nacional, seguir de cerca los
avances y hacer hincapié en los niños que se encuentran rezagados.
En segundo lugar, adaptar
las prácticas escolares a las necesidades de los estudiantes.
Establecer condiciones
equitativas reduciendo el retraso del crecimiento y promoviendo el desarrollo
cerebral a través de la buena nutrición y la estimulación en los primeros años
de vida para que los niños estén en condiciones de aprender cuando comiencen la
escuela. Atraer a personas idóneas al ámbito de la enseñanza y mantenerlas
motivadas adaptando la capacitación docente reforzada por mentores. Utilizar
tecnologías que ayuden a los docentes a enseñar al nivel del estudiante, y
fortalecer la capacidad de gestión y las facultades de los directores de
escuela.
En tercer lugar, movilizar
a todos aquellos que tienen incidencia en el aprendizaje.
Utilizar la información y
los indicadores para movilizar a la ciudadanía, aumentar la rendición de
cuentas y generar la voluntad política para llevar a cabo una reforma
educativa. Involucrar a las partes interesadas, incluida la comunidad
empresarial, en todas etapas de la reforma, desde el diseño hasta la
implementación.
“Los países en desarrollo
están muy lejos de donde deberían estar en el área del aprendizaje. Muchos no
invierten suficientes recursos y la mayoría debería invertir con mayor
eficiencia. Pero no es solo una cuestión de dinero; los países también deben
invertir en la capacidad de las personas y las instituciones que tienen a su
cargo la educación de nuestros hijos”, declaró Jaime Saavedra, exministro de
Educación de Perú y actual director superior de Educación del Banco Mundial.
“La reforma educativa reviste carácter urgente y requiere la perseverancia y la
alineación política del Gobierno, los medios de comunicación, los empresarios,
los docentes, los padres y los estudiantes. Todos ellos deben valorar el
aprendizaje y exigir su mejora”.
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